Recuerdo que estaba cansado. Quizá, excesivamente cansado. También me había percatado de pequeños cambios en la piel: moratones, pequeñas pecas rojas, palidez en el rostro y unas ojeras que me llegaban hasta el suelo. Pero… ¡qué narices! Tenía 17 años. Estaba en plena adolescencia. Me importaba muy poco mi cuerpo y lo que le estuviera pasando. Solo pensaba en las típicas cosas de un adolescente que se cree el rey del mundo. De hecho, lo hice hasta que mi cuerpo dijo basta. Poco a poco me fui quedando sin glóbulos rojos. Hasta que apareció la leucemia y entonces todo cambio.
La suerte que tuve fue que coincidió con un análisis de sangre que me había hecho recientemente. La doctora se dio cuenta de que había algo raro en mi médula ósea y enseguida me hizo más pruebas. Efectivamente: tenía cáncer. Concretamente, una leucemia linfoblástica aguda. Soy Diego L. Rodríguez, experto en coaching oncológico y superviviente de cáncer. Y en este artículo te voy a enseñar a detectar la leucemia. Mi objetivo es, básicamente, que no te ocurra lo mismo que me ocurrió a mí. Voy a revelarte 14 síntomas que no debes pasar por alto para detectar la leucemia.
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A nivel de síntomas visuales, la leucemia presenta dos cambios en la piel: las petequias y los moratones. Las petequias son “pequeñas pecas rojas” que suelen aparecer por todo el cuerpo. Sobre todo, en las zonas donde más te aprieta la ropa. Por ejemplo, a mi me aparecieron en los tobillos debido a la presión de los calcetines.
Puede que oigas que existe otro síntoma de la leucemia visual: derrames vasculares cutáneos. Esto es solo otra forma de llamar a las petequias. Suelen llamarse así porque estas pequeñas manchas rojas aparecen por la falta de glóbulos rojos en el torrente sanguíneo.
Si las petequias aparecen por falta de glóbulos rojos en la sangre, los moratones son un caso similar. Su origen se debe a niveles muy bajos de plaquetas o trombocitos (otra forma de llamar a las plaquetas). Suelen aparecer también por todo el cuerpo. Pero son más comunes en las extremidades:
Yo tenía moratones hasta en la mano. De hecho, recuerdo que hasta apretando fuerte con mi dedo sobre la otra mano podía hacérmelos. De verdad… era surrealista… pero claro, ni se me ocurría pensar que era un síntoma de la leucemia. Básicamente, porque todavía no sabía ni lo que era la leucemia. Por eso intentaba justificar todos los moratones. Decía que me habría golpeado sin querer con algo y no me había dado cuenta.
Quizá este sea el signo más evidente. Por lo menos, fue el que más me impactó. Recuerdo estar viendo un partido de fútbol en Mestalla. Tenía varios granitos en la cara y no dejaban de sangrarme. Me pasé los 90 minutos que duró el partido apretándome con un pañuelo todos los granos. Por más que apretaba, no dejaba de sangrar. Esto me mosqueó un poco.
Normalmente, las hemorragias que suelen aparecer son en nariz y encías. Este tipo de sangrado inusual es un síntoma muy representativo de enfermedades graves. Sobre todo, si se da de forma habitual y permanente. Al igual que los moratones, son una consecuencia de la falta de plaquetas.
Como hacía deporte de manera habitual, solía estar bastante cansado. Quizá por eso no daba mucha importancia al hecho de estar cansado. Pensaba que era cansancio acumulado. Pero es cierto que me levantaba cansado. Y, sobre todo, me costaba hacer ejercicio. Me ahogaba rápidamente y tenía que parar.
El agotamiento y el cansancio suele estar provocado en este caso por la falta de hemoglobina en sangre. Al tener pocos glóbulos rojos, los músculos no se oxigenan. Esto provoca que se fatiguen antes de lo esperado.
Para que te hagas una idea, los niveles de hemoglobina normales en sangre oscilan entre 14-16 gramos/decilitro. Cuando me detectaron la leucemia, yo tenía entre 7-8 g/dl. Y se considera anemia por debajo de 12-13 g/dl. Imagínate como estaba yo. Encima haciendo ejercicio como si no pasara nada. Madre mía… ahora lo pienso y no sé cómo no me desmayé. Cuando vio mi analítica, la doctora me dijo que no sabía cómo me podía mantener en pie.
Para entender la pérdida de apetito, imagínate un día en el que vengas muy cansado de trabajar. ¿Te apetece cenar o prefieres acostarte y descansar? Pues algo así sucede cuando tienes leucemia. El cansancio y la fatiga hacen que tengas más ganas de descansar que de comer.
Las personas son capaces de aguantar siete días sin comer. Pero a partir de las 24 horas sin dormir, el cuerpo empieza a desestabilizarse. Tu cuerpo prioriza dormir a ingerir alimentos. Por eso, cuando estás muy cansado, eliges dormir a comer.
Hemos dicho que era leucemia suele quitarte las ganas de comer. También que te provoca un cansancio y fatiga poco habitual. Si sumas estos dos síntomas de la leucemia, aparece la piel pálida. Piénsalo, si no comes… si te sientes cansado… en cuanto estés un par de días en esta situación, empezarás a tener un rastro visiblemente pálido.
Este es otro de los síntomas más comunes en pacientes de leucemia. Al principio, es una molestia como si tuvieras mucho sarro en los dientes. Poco a poco, esta molestia se va transformando en dolor. Si habitualmente sueles mantener tu boca limpia y notas inflamadas tus encías, acude a tu dentista. Es posible que tengas leucemia. O puede ser que sea otra enfermedad.
La boca es, junto a los pies, un resumen de todo el cuerpo. Casi cualquier enfermedad, y sobre todo las relacionadas con el aparato digestivo, tienen un reflejo en la boca. Una inflamación de las encías suele ir acompañado de algo más grave. ¡Ojo! Siempre y cuando normalmente mantengas tu boca limpia. Porque si no mantienes tu boca limpia, seguramente esa sea la causa de tener las encías inflamadas.
La inflamación del abdomen suele ser bastante difícil de detectar. Bueno, más que de detectar, de asociar este síntoma con una leucemia. Suelen ocurrir dos cosas:
Como por lo general, verse delgado es algo que gusta más que disgusta, ignoramos la hinchazón. Y lo que acaba pasando, es que estos dos síntomas acaban compensándose. Por eso es tan difícil detectar la inflamación del abdomen.
El problema es que la inflamación de tu abdomen es consecuencia de algo mucho más grave. Te duele el estómago porque tienes el bazo inflamado. Es el bazo el que genera la sensación de hinchazón. A esta sensación, se le llama “saciedad rápida”.
Las molestias en el lado izquierdo del estómago es el siguiente nivel de la inflamación del abdomen. Suelen aparecer en la parte superior del estómago. Y son consecuencia de que cada vez tienes más inflamado el bazo.
Si comienzas a sentir molestias y dolores en esa zona, ve al médico. De hecho, te recomiendo que no tardes mucho. La inflamación externa del bazo puede llegar a matarte.
Los ganglios linfáticos se concentran en tres zonas de tu cuerpo:
Es importante que revises de forma habitual estas zonas. Para ello, utiliza simplemente tus manos. Pálpate. Con asegurarte de que no tienes inflamados los ganglios linfáticos de estas zonas, es suficiente. En caso de que los tengas inflamados, notarás que tienen un tamaño más grande de lo habitual. Además, también te dolerán al presionarlos.
Recuerda que la leucemia es un tipo de cáncer empieza dentro de tus huesos: en tu médula ósea. Tiene bastante sentido que un claro síntoma de la leucemia sea dolor o malestar en el sistema óseo. ¿No crees?
Hay tantas razones por las que una persona puede tener fiebre… Es prácticamente imposible asociar este síntoma a la leucemia. Pero, si lo piensas, tiene todo el sentido del mundo tener fiebre. La fiebre aparece como una alerta de que el cuerpo tiene una infección. Y cuando tenemos leucemia, somos mucho más propensos a caer enfermos por cualquier cosa.
Recuerda que la leucemia debilita tu sistema inmunológico. Por tanto, es muy fácil que, al estar débil, aparezca la fiebre como consecuencia de haber cogido cualquier infección. En realidad, tener fiebre no sería exactamente un síntoma. Sería más un efecto secundario derivado de tener el sistema inmunológico deprimido. Y tener débil el sistema inmune sí que sería directamente un síntoma de tener leucemia.
Junto con la fiebre, los sudores nocturnos son considerados “síntomas silenciosos” de la leucemia. Son efectos secundarios de otros síntomas. Y esto hace que sean muy difíciles de detectar. La verdad, no creo que nadie vaya asustado al hospital gritando que tiene leucemia solo porque sude al dormir. Además, creo que, si lo hiciera, el médico en lugar de hacerle un análisis de sangre le daría una valeriana. ☺
Lo mismo que con los sudores fríos y la fiebre alta… hay un millón de motivos por los que te puede doler la cabeza de forma continuada. No te asustes mucho y escucha a tu cuerpo. Si cualquiera de estos síntomas de la leucemia menores va acompañado de otros más graves, acude al médico.
Ahora veo de forma clara que detectar la leucemia es bastante fácil. Solo tienes que estar atento a las señales. El problema es que nunca te esperas que pueda ser tan grave. Y, aunque eres consciente de los síntomas de la leucemia, nunca esperas que te pueda tocar a ti. Por eso, a pesar de conocerlos, los ignoras. Recuerda que una aplicación rápida de tratamiento es fundamental para aumentar las posibilidades de curación. Sobre todo, en las leucemias agudas. Así que, a partir de ahora, no ignores estos 14 síntomas para detectar la leucemia.
¡Oh yeah! Espero que ahora sepas un poquito más sobre cómo detectar la leucemia. Estoy seguro de que sí. De hecho, como ya sabes detectarla, en el próximo artículo te voy a enseñar a prevenir la leucemia. ¿Qué alimentos ayuden a prevenir la leucemia? Buena pregunta… si quieres saber la respuesta, ¡estate atento al próximo artículo!
Un abrazo de los que molan mazo… ¡y Feliz Navidad! 😊
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Este proyecto está vinculado al Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) Salud y Bienestar de la Agenda2030 propuesta por las Naciones Unidas